Los comienzos de la Compañía de las Hijas de la Caridad son sencillos e inesperados, como un fruto de la atención que San Vicente y Santa Luisa prestaron al paso de la Providencia y de su docilidad a la acción del Espíritu Santo.
A nuestras primeras Hermanas se les pudo ver dedicadas a cuidar a los pobres enfermos en sus propios domicilios, por ciudades y aldeas; a medida que van surgiendo las necesidades, pasan a cuidarlos en los hospitales, se hacen cargo de las niñas en las escuelas, de los niños abandonados, de los galeotes, de los soldados heridos, de los refugiados, de los ancianos, de los enfermos mentales…
En 1655, la compañía es aprobada por el Arzobispo de París y en 1668 recibe la aprobación del Papa Clemente IX.
El primer grupo de 5 Hermanas llegó a México el 9 de enero de 1946. Ese mismo día ellas visitan la Basílica para expresarle a Ntra. Sra. De Guadalupe el agradecimiento por la gracia de continuar la labor que se iniciara, por primera vez, en 1844.
Sobre Margarita Naseau, de Suresnes, fue la primer hermana en servir a los pobres enfermos de la parroquia de San Salvador, en la que se estableció la Cofradía de la Caridad el año 1630. Ella es la primera que tuvo la dicha de mostrar el camino a las demás, tanto para enseñar a las niñas, como para asistir a los pobres enfermos, aunque no tuvo casi ningún maestro o maestra más que a Dios. Fue una mujer que se resolvió a vivir para los demás.
Su caridad era tan grande que murió por haber acostado con ella a una pobre muchacha enferma de la peste. Contagiada de aquel mal, dijo adiós a la hermana que estaba con ella, como si hubiese previsto su muerte y se marchó al hospital de San Luis, con el corazón lleno de alegría y de conformidad con la voluntad de Dios.”
Ella, con su vida y su entrega “muestra el camino a las demás”. Nos lo muestra a todos. Ese camino que es Jesucristo y que se anda amando y sirviendo a los pobres como él. Ella nos enseña a meternos en la escuela de Jesús y a aprender del único Maestro.
Historia